viernes, 17 de mayo de 2013

MS #2 //Jim Henson estaría orgulloso.


Nota del autor: Esta es una continuación de "MS #1//Flash no se corre de nadie!", que está aquí.
 

-Creo que empezó cuando tenía diez años, mis padres y yo vivíamos cerca a la playa para entonces...

En ese momento Mila se queda mirando al suelo, como si estuviera recordando algo, la gente que está alrededor de ella tienen un momento para ver su hermoso rostro, su mirada vacua, su cabello que es castaño como si alguien hubiera derramado chocolate en él, y sobre todo su piel clara que parecía a punto de quebrarse, como si de una muñeca se tratara.

La gente que está sentada la miran y guardan silencio, como un acuerdo tácito.

-¿quieres seguir hablando de esto Mila? 

-s..si, lo siento, continuare.

Luego esboza una sonrisa tímida y continua. 

-Mis padres tenían sexo todos los días, casi a todas horas, ellos creían que no los podía oír gemir, pero podía escucharlos a través de las paredes, en el piso de arriba...

Por un momento en la mente de Mila se materializa el recuerdo de una niña en pijamas, frente al televisor, levantando la mirada al techo, desde donde se oyen gemidos reprimidos, y en ocasiones muy MUY fuertes.

-para eso me dejaban viendo los teleñecos hasta altas horas de la noche, creo que también se les conocen como los muppets. ¿Los recuerdan?

Entre el cuarto mal iluminado muchos labios se separan para poder afirmar la respuesta, y en unísono los que rodean a Mila responden un largo: "sí"

-bueno, pues no sabía que significaban esos chillidos que hacían mis padres, ¿Quién puede saberlo a la edad de los diez años?, pero me gustaba, algunas veces sonreía mientras los escuchaba, me gustaba oírlos, la rutina era asir un plato de cereales y prender la tv para ver a los teleñecos, o los muppets, como sea, recuerdo que cuando cumplí los catorce años la leche de los cereales se derramo en los pantalones de mi pijama, no quise desperdiciarlos así que intente limpiarme con mis manos y a continuación lamerlo, entonces descubrí la masturbación.

Mila mira alrededor para ver la expresión que ponen sus próximos.

-fue como descubrir la pólvora, desde ese día la rutina cambio, ahora no solo tomaba un plato de cereales y prendía la tv, si no que me masturbaba, y lo hacía mientras miraba a los teleñecos. Creo que entre los gemidos de mis padres, los míos propios, y ver a la rana René cantando, se me creo una conexión enajenante. Desde ese momento cada vez que veo a un títere yo... yo...

En ese momento una canción se escucho entre el público, Mila no lo entendió por un momento, luego lo relaciono con que era el sonido de un celular, este dejo de sonar de inmediato, Mila miro al dueño, una chica delgada que le ofreció una sonrisa como disculpa.

-Bueno, ese es el motivo por el que estoy con ustedes desadaptados sociales y de moral dudosa, soy una onanista fetiche de marionetas, si veo a una lo más probable es que me corra enseguida, y mucho mas rápido si se trata de René, ese cabron me tiene en sus manos.- Mila dijo todo esto rápido mientras se levantaba y alargaba los brazos como si quisiera ofrecer un abrazo, luego termino con una sonrisa y coloco sus dedos en su cintura.

El publico rio,  fue una sonrisa amistosa y cálida, Mila se sintió bien, libre, mitigada, descargada.

-¡Estamos contigo Mila!- dijo el publico al unísono, dejando el eco de los aplausos por la habitación mal iluminada, Mila sonreía.

En eso, mientras Mila paseaba la mirada por las personas del club, pudo ver a bajo del estrado en la puerta a dos personas, las cuales jamás había visto.

Dejo de sonreír de inmediato, alguien había escuchado su historia sin ser parte del club, esa libertad se había ido como un insecto que escapaba de las manos de un niño y cuando este las abre encuentra a una araña enorme entre ellas.

El público debió ver la expresión de desconcierto entre horror de Mila, porque al instante dejaron de aplaudir y voltearon hacia la puerta.

Los dos desconocidos parecían haber escuchado la historia entera, ya que tenían los ojos abiertos, como si no creyeran lo que acababan de oir, y los labios entre abiertos.

Cerraron la boca de inmediato al ver que el público se había percatado de su existencia, ahora miraban a los lados, como si buscaran a alguien que les sacara de ese incomodo momento.
 
La gente del club los miraba como si se trataran de unos alumnos nuevos en una clase de infantes.

Entonces alguien hablo.

-Hola, deben ser... ¿Flash y Ross?

Autor: Drope.



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